Los primeros síntomas de la macroglobulinemia de Waldenström suelen ser inespecíficos. Además, en el momento del diagnóstico, aproximadamente un 19-28% de las personas son asintomáticas y pueden pasar entre 5 y 10 años hasta que comiencen a desarrollar síntomas.
Los síntomas que pueden experimentar el resto de los pacientes varían, y son parecidos a los que se observan en otros linfomas no Hodgkin. Se asocian principalmente con los efectos de:
En la etapa inicial de la enfermedad, es común la fatiga y la debilidad a causa de la anemia, condición que consiste en una disminución del número de glóbulos rojos.
También denominados síntomas inespecíficos. Puede haber fiebre recurrente, sudoración nocturna o pérdida de peso, entre otros.
Inflamación de los ganglios linfáticos, que son unas estructuras ovaladas situadas en determinadas zonas del cuerpo, como el cuello, las axilas y las ingles, que contienen anticuerpos que ayudan a combatir las infecciones.
La enfermedad puede ocasionar este problema de los nervios que puede causar entumecimiento, hormigueo, ardor o cosquilleo inicialmente en los pies, para después avanzar hacia las rodillas, y/o aparecer también en manos y brazos.
Agrandamiento del bazo. Su crecimiento no suele provocar síntomas y se detecta durante un examen médico rutinario.
Aumento de tamaño del hígado. Al igual que ocurre con el crecimiento anormal del bazo, el crecimiento del hígado tampoco suele provocar síntomas.
En algunos pacientes, puede haber IgM monoclonal en la sangre y en los tejidos. Esta alteración puede provocar los siguientes trastornos:
Esto se debe al síndrome de hiperviscosidad, que se produce por la alta cantidad de proteína monoclonal que se acumula en la sangre. Esta se vuelve muy espesa, por lo que encuentra mayores dificultades para circular a través de los vasos sanguíneos. Así, se producen síntomas como sangrados y hemorragias nasales y bucales, dolor de cabeza o visión borrosa, entre otros.
La nariz, las orejas y/o los dedos de las manos y de los pies palidecen o cambian de color en respuesta a temperaturas bajas debido a un problema de circulación sanguínea. También puede haber sensación de frío, hormigueo o dolor.
En el caso de la macroglobulinemia de Waldenström, estos cambios pueden deberse a la crioglobulinemia, una afección en la que la IgM posee las propiedades de las crioglobulinas, que son proteínas que se acumulan en la sangre cuando la temperatura corporal es baja. Como resultado, la sangre se vuelve espesa y gelatinosa, provocando problemas circulatorios en las zonas más expuestas al frío, como los dedos de las manos y/o los pies, las orejas o la nariz. Estas partes del cuerpo pueden adquirir un color azulado o negruzco y doler.
También pueden deberse a la enfermedad por crioaglutininas. En este caso, la IgM monoclonal destruye los glóbulos rojos cuando la persona se expone a temperaturas bajas, dando lugar a una anemia hemolítica.
Una proteína llamada amiloide puede acumularse en órganos como el corazón o los riñones y causar daño, interfiriendo en su correcto funcionamiento. Esto se conoce como amiloidosis. Si se acumula la proteína amiloide en los músculos cardíacos, el corazón puede debilitarse. En la macroglobulinemia de Waldenström, la amiloidosis suele deberse a los fragmentos de cadenas ligeras producidas por la IgM monoclonal.
Recientemente, gracias a los avances científicos, se ha logrado comprender mejor cómo algunos cambios en el ADN pueden hacer que los linfocitos normales se conviertan en células del linfoma.
Los cambios en el ADN de algunas células del linfoma son los que hacen que dichas células produzcan un alto nivel de proteínas monoclonales (IgM), algo clave en el desarrollo de muchos síntomas de la macroglobulinemia de Waldenström.
Las mutaciones genéticas asociadas a la macroglobulinemia de Waldenström son:
La macroglobulinemia de Waldenström pertenece a un grupo de cánceres de la sangre conocido como gammapatías monoclonales, en el que también se incluyen otros tumores como el mieloma múltiple.
Las gammapatías monoclonales se caracterizan por la producción excesiva de la proteína monoclonal. Además, ambas enfermedades pueden presentar algunas manifestaciones comunes, como el cansancio o los cambios anormales en la sangre debido a la gran cantidad de proteína monoclonal. 7
Sin embargo, el curso clínico (la evolución de la enfermedad) y el pronóstico de la macroglobulinemia de Waldenström tienden a ser más indolentes que los del mieloma múltiple.
El mieloma múltiple se caracteriza fundamentalmente por el dolor óseo, por la aparición de lesiones en los huesos similares a agujeros (lesiones osteolíticas), por la anemia y por la afectación renal. 7
Por las características de este tipo de cánceres, las pruebas de laboratorio son clave para que el profesional sanitario pueda identificar el tipo de tumor.