
Los síntomas del VIH pueden ser similares a los de la gripe dentro de las 2 a 4 semanas tras la infección, aunque también hay personas que no los experimentan.
Cuando aparecen, algunos síntomas de la infección por VIH pueden ser:


(En cuello, axilas, tórax, abdomen e ingles).







El término “sida” hace referencia a la fase más avanzada de la infección por VIH. La mayoría de las personas con VIH, si no se tratan, comienzan a experimentar síntomas de sida a los 8-10 años.
El tratamiento del VIH puede prevenir o retrasar la progresión de la enfermedad, que, generalmente, suele pasar por tres fases.
Entre 2 y 4 semanas después de contraer el virus, algunas personas con VIH desarrollan síntomas parecidos a los de la gripe o la mononucleosis infecciosa.
Estos síntomas aparecen durante la seroconversión, es decir, el momento en que el organismo comienza a desarrollar anticuerpos contra el VIH (normalmente, entre uno y dos meses tras la transmisión del virus).
Ante la aparición de síntomas similares a los de la gripe y/o sospecha de exposición al virus, puede ser conveniente realizarse la prueba del VIH.
No obstante, algunas personas infectadas con VIH no presentarán síntomas. Además, en esta fase, se produce el periodo de ventana, que se refiere al tiempo que pasa entre la exposición al virus y el momento en que las pruebas del VIH pueden detectarlo en el organismo.
Cada prueba diagnóstica del VIH tiene un periodo de ventana específico. Así, dependiendo del tipo de test, el virus puede comenzar a ser detectable a partir de un mínimo de 10 a 23 días tras la exposición.
Durante la infección aguda, las personas con VIH tienen una gran cantidad del virus en la sangre, por lo que el riesgo de transmitir la infección es alto.
Esta etapa suele caracterizarse por la ausencia de síntomas, a pesar de que el VIH aún está activo, continúa reproduciéndose en el cuerpo y puede transmitirse.
Con el tratamiento adecuado, la persona infectada puede prolongar la duración de la fase de infección crónica y evitar desarrollar sida.
Hacia el final de la fase de infección crónica, la carga viral aumenta y la persona podría pasar a la fase de sida, la más grave de la infección por VIH.
Las personas con sida tienen su sistema inmunitario muy dañado, por lo que aumenta su riesgo de desarrollar infecciones oportunistas. Así, pueden padecer:
En la fase de sida, también pueden producirse toxoplasmosis cerebral, candidiasis de esófago, tráquea o pulmones, o sarcoma de Kaposi.
El sarcoma de Kaposi es un tumor maligno de los vasos sanguíneos cuyo riesgo está relacionado con la ausencia de tratamiento antirretroviral o de una buena adherencia al mismo. Esta enfermedad, cuando guarda relación con el sida, puede provocar, entre otros síntomas, lesiones en la piel, en la mucosa oral (en el paladar y en las encías) y en el tubo digestivo (disfagia).