Los costes sociales y económicos de los problemas de salud mental son significativos, según lo indica la OCDE en su informe Health at a Glance: Europe 2021. Según este estudio, el coste total de los problemas de salud mental puede superar el 4% del PIB en los países de la Unión Europea, como ocurre en España.
La depresión tiene una gran repercusión física, psíquica y social sobre la persona que la padece. Altera su calidad de vida y afecta también a su entorno familiar. Además de los síntomas cognitivos, volitivos y somáticos que puede producir, no hay que olvidar que la depresión se manifiesta, sobre todo, con síntomas afectivos.
Por otro lado, algunos factores de riesgo en el desarrollo de esta enfermedad tienen que ver con dificultades en las relaciones sociales.
Las personas con depresión pueden sentir tristeza, desesperanza, desánimo, pérdida de interés o de placer por actividades que antes disfrutaban, así como disminución del deseo sexual. Así, la depresión se considera un factor de riesgo en trastornos sexuales femeninos y masculinos, y puede impactar gravemente tanto a la persona que la padece como a su pareja.5
En mujeres, se han realizado estudios que muestran coincidencias entre las zonas cerebrales afectadas por la depresión y las correspondientes al deseo sexual. Además, se ha visto que algunos fármacos que se utilizan para tratar la depresión pueden tener un impacto negativo sobre la esfera sexual. Este último aspecto ha de tenerse en cuenta, ya que diversos estudios sostienen que la relación entre la disfunción sexual y el estado de ánimo depresivo es bidireccional. Por lo tanto, es imprescindible que el profesional sanitario intente identificar la posible presencia de una depresión al tratar a un paciente que acuda a consulta por disfunción sexual.5
Tanto los hombres como las mujeres con depresión pueden experimentar una disminución del interés o deseo sexual. En el caso de los varones, la enfermedad puede manifestarse también con problemas de erección, dificultad para eyacular o eyaculación retardada.
La depresión habitualmente está relacionada con otros trastornos psicopatológicos, especialmente con la ansiedad, pero también con enfermedades físicas6 o trastornos que tienen que ver con el consumo de sustancias.7
Diversos estudios clínicos y epidemiológicos muestran que entre el 40 y el 80% de los niños y adolescentes con depresión tienen otro trastorno psíquico asociado, y que al menos del 20 al 50% de ellos presentan dos o más trastornos comórbidos.8
Los diagnósticos comórbidos más frecuentes en niños y adolescentes son el trastorno distímico, los trastornos de ansiedad, los trastornos de conducta y el abuso de sustancias.8
Otras enfermedades que pueden coexistir con la depresión son la diabetes, la obesidad, la enfermedad cardiovascular, el párkinson o la esclerosis múltiple.
El entorno laboral puede desencadenar un proceso depresivo cuando las condiciones laborales representan un riesgo para la salud mental en personas con predisposición, vulnerabilidad o circunstancias personales. Por ejemplo, el acoso o la inseguridad laboral y el riesgo de perder el trabajo pueden dar lugar a una depresión.9
Existen también factores psicosociales que pueden favorecer la depresión en el trabajo, como las condiciones organizativas, las relaciones laborales y la interacción con las capacidades del trabajador, sus necesidades, su cultura y su vida personal.9
Por otra parte, la depresión puede impactar negativamente en el desempeño de los empleados y afectar a su productividad, rendimiento y eficacia, así como a su continuidad en el trabajo y a su futuro profesional.9 Así, la depresión representa una de las primeras causas de absentismo laboral y/o de pérdida de productividad.10
En España, la depresión es la primera causa de incapacidad temporal.9 Más aún, la pérdida de productividad derivada principalmente de las bajas laborales y prematuras supone un 67% de los costes económicos que genera esta enfermedad: 3.385 millones de un total de 5.005 millones de euros anuales.10
Por otro lado, la depresión también puede desarrollarse a raíz de la falta o la pérdida del empleo. De hecho, la prevalencia de la depresión es el doble en desempleados (7,9%) que en personas que trabajan (3,1%).9
El trabajo también puede desempeñar un papel positivo en la recuperación de la enfermedad, al ser un espacio de integración social, que otorga al paciente seguridad económica. Además, es un espacio favorable para la detección de señales que indiquen que puede existir un trastorno afectivo por parte de los compañeros.9
España fue en 2023 el segundo país de la Unión Europea con mayor tasa de abandono escolar prematuro, con casi un 14% de los jóvenes entre 18 y 24 años, según un estudio de Eurostat.11
Aunque las causas del fracaso escolar son diversas, sufrir un episodio depresivo en la infancia y la adolescencia influye de forma negativa en el crecimiento, en las relaciones sociales y también en el rendimiento escolar.12
La relación entre fracaso escolar y trastorno mental es bidireccional: 13
Los alumnos con un trastorno mental grave que fracasan en sus estudios tienen más probabilidades de tener:13
La depresión es la entidad clínica que con más frecuencia precede al fracaso académico y al suicidio.14 Por lo tanto, ante cualquier indicio, resulta fundamental consultar con un profesional sanitario.
En el caso de niños con un trastorno mental grave, la familia, el acompañamiento terapéutico, la coordinación y el seguimiento estrecho en el ámbito educativo-clínico y un centro educativo con proyectos inclusivos y personal docente sensibilizado permitirían un mejor pronóstico educativo.13
En España el suicidio es la primera causa externa de muerte, por encima de los accidentes de tráfico y, en el año 2017, fue la segunda causa de muerte más frecuente entre las personas de 20 a 24 años.10
El impacto social de la depresión viene determinado, entre otros factores, porque los episodios depresivos, si no existe un diagnóstico que permita iniciar el tratamiento, pueden desembocar en suicidio. De hecho, el riesgo de cometerlo es 21 veces mayor en una persona que sufre depresión que en el resto de la población.10
Se estima que se producen una media de 10 suicidios al día en España, a pesar de ser el tercer país de la UE con menor incidencia de comportamientos suicidas. Solo en 2018, más de 3.500 personas se quitaron la vida en este país.10
La incidencia de este comportamiento varía entre los diferentes grupos de edad y también entre los sexos:10
Mientras que la prevalencia de la depresión es mayor entre las mujeres, la tasa de muerte por suicidio es mayor entre los hombres.
Las cifras de suicidio tienen un impacto directo en la productividad. Así, las personas con una enfermedad mental que deriva en conducta suicida tienen mayores niveles de absentismo y presentismo laboral y experimentan un mayor deterioro de su actividad y de su productividad laboral.10
En los países con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) más alto (Noruega, Australia, Suiza, Alemania, Dinamarca, Singapur, Países Bajos, Irlanda, Canadá y Estados Unidos), solo los suicidios de jóvenes entre 15 y 24 años generaron en 2014 un coste medio estimado de 802.939 dólares (unos 605.416 euros).15
Con el objetivo de contribuir a la prevención del suicidio, se pueden adoptar estrategias como las siguientes:
En salud mental y en detección de comportamientos suicidas que reciben los sanitarios (en especial, de los servicios de Atención Primaria) y los profesionales clave en material social y salud mental.10
Se debe limitar el acceso a armas de fuego, medicamentos, productos químicos o cualquier otro instrumento que pueda resultar letal.10
Promover campañas de sensibilización que permitan conocer el impacto de la salud mental, por ejemplo, a través de charlas de divulgación encaminadas a la prevención mediante la identificación de las situaciones de riesgo.10
Ofrecer apoyo emocional para afrontar los procesos de recuperación de la salud, tanto para las personas que intentan suicidarse, como para las que sufren el suicidio de una persona cercana.10
Identificar los factores de riesgo, como una mala adherencia al tratamiento de la depresión, disminuye el nivel de riesgo suicida. También conviene tomar medidas para reducir el consumo excesivo de alcohol y el abuso de drogas.10
Es esencial conectar los hospitales y servicios de Urgencias con las consultas ambulatorias para hacer seguimiento de las personas que se han intentado suicidar.10
Existen también otras medidas que pueden tenerse en cuenta para prevenir el suicidio de un familiar o allegado. La mayoría tienen que ver con aprender a detectar las señales de alerta para poder actuar a tiempo.10
Generalmente, el paciente no empieza a pensar directamente en quitarse la vida, sino que, antes, suele comenzar a tener ideas de menosprecio, de que la vida no merece la pena o deseos de muerte. Es en este momento cuando el entorno de la persona con depresión puede contribuir a identificar el riesgo de suicidio.10
También es importante conocer los factores predisponentes o de riesgo para intentar reducir la exposición de la persona de riesgo a estos posibles desencadenantes del suicidio.10
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No es 'depre', es depresión es una serie documental conducida por la actriz y cantande Angy Fernández.